lunes, 3 de octubre de 2011

Los pirados me han descubierto

Un escritor como yo – que posee un estilo directo, clásico, y que está aficionado de Hemingway, Fitzgerald, Salinger, Carver, Kerouac y The New Yorker – está lejos de estar de moda en mi país.  Soy lo contrario de lo exótico.  Los editoriales y los lectores estadounidenses cultos quieren voces nuevas, de tierras lejanas.  Para que una obra mía salga a la luz con todo el apoyo de un editorial, además de tener que ser una obra excepcional, yo tendría que tener un montón de suerte y aun más enchufes.  Como consecuencia de la ola de multiculturalismo en mi país, muchos escritores, tanto meritorios como no, beneficiaron, y muchos otros, tanto meritorios como no, siguen esperando en balde su gran oportunidad de triunfar o de fracasar.

Da la casualidad que ahora en Sevilla, como americano escribiendo en castellano, soy yo el que está cosechando los beneficios de ser el exótico.  Sin lugar de dudas, he conseguido mi espacio en El Diario de Sevilla tanto por la calidad de mi obra como por mi perspectiva novedosa.  Una serie de artículos desde la perspectiva de un bético, sevillista o cofrade acérrimo, por muy bien escrita que sea, va a tenerlo mucho más difícil que yo de encontrar en Sevilla un foro establecido para publicarse.  En pocas palabras, siendo neoyorquino es mi entrada como escritor en la fiesta hispalense y quizás incluso en la española.

El aspecto negativo de tenerlo relativamente fácil a la hora de abrirme paso es que los pirados rencorosos son más propensos a arremeter contra mí.  Mira lo que uno que se llama El Gran Surmano, al meterse con las escuelas de escritores, dice de mí como miembro de la facultad de Escribes:

“una búsqueda en google no resulta en ninguna confirmación de su currículum, que empieza a parecer su verdadera obra maestro de ficción.”

“a pesar de tan formidables credenciales, actualmente vive en Sevilla y se gana la vida enseñando inglés, escribiendo en su tiempo libre”.

En resumen, porque soy un neoyorquino que quiere vivir, escribir y ser profesor en Sevilla en vez de mi ciudad y país nativo, soy un farsante.

Lo veo como buena señal que los pirados están poniendo en duda mis credenciales.  Significa que estoy “on the map” (en el mapa), una locución mal traducida en mi diccionario como “dado a conocer”.

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