lunes, 14 de noviembre de 2011

Consejos contradictorios

“Hay que escribir para uno mismo” es un tópico con el que todos estamos de acuerdo.  Igualmente corriente y difícil de negar es lo aparentemente contrario, “Hay que enganchar a tu público”.  Desde que empecé a escribir, tengo asumido el segundo.  El primero, más vago, voy comprendiendo cada vez más.

La vida es larga, y el corazón y la mente inconstantes.  Escribo para fijarme bien en las cosas, personas, e ideas que me importan, y así no perderlas.  Tomemos las descripciones pormenorizadas que he dado en Vivo en una tienda china de mi vivienda corriente, mi ex piso en el barrio de Santa Cruz, y el estudio que habité en Nueva York.  Dediqué horas al esfuerzo de resumir sólo lo esencial, de dar una imagen nítida, sin cargar con el superfluo – todo eso para no aburrir al lector, pero aun más para quedarme, egoístamente, con el meollo.

En mi experiencia, la esencia se hace el escurridizo si no lo pongo por escrito.  Voy siempre en busca de temas que no sólo alojan a muchos de mis queridos, sino que dependen de mis queridos para comunicarse.

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