domingo, 8 de enero de 2012

El bien que por mal ha venido

Me gustaría vivir bien apartado de los demás.  Con buenos libros, buenas películas, la blogosfera, invitados cultos, educados e íntimos, no me aburriría.  Estaría más en paz con la humanidad, por no haber que vivir el día a día con sus tonterías, rarezas y feos. 

Viviendo en la periferia populosa de Sevilla, con la necesidad de salir cada día, los enfados de la gente, su agobio, su amargura, sus insultos, causan impacto en mí, aunque no estén dirigidos a mí.  Los malos espíritus me invaden, me contaminan.

Pero si viviera apartado, también me privaría de los pequeños detalles de extraños, la bondad y amabilidad que surgen de aquellos a los que, en otras ocasiones, he visto enfadados, agobiados, amargados e insultantes.  El lado bueno y el lado malo compartiendo el mismo escenario, luchando el uno con el otro por tomar posesión de los mismos personajes, de las mismas almas, me hacen ver que yo no soy el único Doctor Jekyll perseguido por su Señor Hyde.

En No te recomiendo la suite de lujo, escribí que “en mi ala [de Sevilla]. . . las cortinas y las paredes son finísimas. . . .  La miseria, como todo, no se puede esconder”.  Me conformo con vivir apiñado con los demás porque, si quiero seguir escribiendo, y siguen pagándome lo que me pagan por escribir, no hay otra manera, que yo conozca, de llegar, con una mujer y dos niños, dignamente a fin de mes.

No me quejo.  Me viene bien vivir sin todas las comodidades que me antojan.  Escribo con más desenfreno.  Pasar sin mi torre de marfil me abre los ojos no sólo a la realidad en sí, sino a la realidad en mí.

2 comentarios:

  1. Me gustaría contarle cómo era Sevilla hace cincuenta años, pero sería demasiado largo. Tengo sesenta y tantos años y vivo en Madrid, pero nací y viví en Sevilla hasta el inicio de mi adolescencia y a pesar del cambio de esa ciudad, a peor, la visito cada vez que puedo. Parece que nuca dejaré de ser sevillano.
    Cuesta creer que un norteamericano escriba así de bien en español, pero parece evidente que es cierto así que permítame que lo felicite.

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  2. Mulliner, a fin de cuentas, ni siquiera los políticos pueden estropear por completo la belleza eterna del centro histórico de Sevilla. Es como si hayan disfrazado a una mujer guapa en ropa chillona. La mujer sigue siendo guapa.

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